Nos hemos acostumbrado a hacer uso de manera cotidiana en las redes sociales de «filtros» a partir de los que mostrar(nos) y mirar(nos). Todo el contenido que consumimos y al que estamos expuestas a diario está tamizado y sujeto a modificaciones artificiales, conformando una supuesta normalidad acerca de quienes y cómo somos, y cómo es nuestro mundo.
¿Qué consecuencias puede tener esto para nosotras?
¿De qué manera puede afectar el uso de estos filtros en nuestra relación con nosotras mismas?
¿Qué podemos hacer ante esto?
Son algunas de las preguntas que me planteó Irene Sierra, periodista y compañera, con la que he tenido el gusto de colaborar para este artículo publicado en elDiario.es y que podéis leer aquí :
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