Como ya os contaba en la newsletter con más detalle, decía la famosa canción de Cristina Aguilera “What a girl wants, what a girl needs, whatever makes me happy and sets you free…”. («Lo que una chica quiere, lo que una chica necesita, aquello que me hace feliz y te libera…»)

Me permito sacar este trocito de letra del contexto de la canción para que hablemos de lo que me parece un gran tema, nuestras necesidades como mujeres entorno a las relaciones, y que siento que además ha sido mal entendido históricamente bajo estrategias de control como frases manidas y generalizadas entorno a nosotras. Un ejemplo de ello es la famosa “ah, las mujeres son tan complicadas…” (acompañada de un suspiro que transmite algo así como esfuerzo) pero que no lo es en realidad, porque esfuerzo sería detenerse a escuchar, preguntar y entender qué necesita una en realidad. Más allá de lo que eso pueda despertar en aquel que pregunta. Eso sí que denota esfuerzo, ¿no?.

Sea como sea, hablemos de lo importante. Grandes preguntas con muchas posibles respuestas. Y más entendiendo que ser mujer implica muchas individualidades y también diversidad. Pero dejándonos atender a nuestras necesidades en relación a nuestro aprendizaje y rol social de género (vamos, lo que suele implicar en la práctica ser mujer hoy en nuestras relaciones), creo que podemos permitirnos asentar ciertos pilares aquí.

 

       ¿Qué necesita una chica o mujer?

       ¿Qué necesitamos para ser “felices” o sentirnos bien en nuestras relaciones?

 

La ilustración de Gorkie me inspiró pensar en ello también. Plantea: control, opciones y espacio. Y dándole una vuelta me parece importante que hablemos más detenidamente de lo que esto implica y significa. No solo de cómo planteo esto sino de por qué creo que es importante.

  1. ESPACIO: Una mujer necesita espacio para saberse, notarse y reconocerse.

Esto no es necesariamente lo mismo que decir distancia física o emocional respecto a los demás. Creo que la confusión es muy común. Como si aprender a estar con una misma y conocerse sí o sí tuviera que trabajarse únicamente en máxima soledad. ¿Te ha pasado esto? porque no tiene por qué ser así. Aquí, una visión funcional de nuestra conducta, que vaya más allá de la forma de esta, es vital. Es decir, este espacio necesario yo lo entiendo como distancia de lo que nos aprisiona. Puede que un poco de margen respecto a otras personas pero también, y a menudo, de nuestros miedos, percepciones limitantes, … espacio entendido como un nuevo contexto en el que otra forma sí sea posible. 

La cuestión es que desde que somos pequeñas, las niñas son instruidas generalmente en seguir reglas y no cuestionarlas. “Ser buenas chicas” ( esa norma que envuelve a tantas otras) y hacer lo que se supone que hay que hacer en cada momento, «lo adecuado» (para los demás, claro). Esto, literal y metafóricamente no deja lugar ni espacio para nada más, y desde ahí es muy complicado encontrar la manera de vivir acorde a como una necesita y le gustaría. Porque esas señales que hemos aprendido a seguir en la vida, como si fueran las señales típicas de un sendero,… no las hemos elegido nosotras.

La pregunta es, ¿te llevan hacia donde tú quieres?

 

Necesitamos espacio para sentir, para pensar… para no apresurarnos a hacer lo que sale muchas veces en “automático”, como los famosos “sí» (a todas las demandas externas), “no, no pasa nada por no cobrar por esto” (como si nuestro trabajo no tuviera valor), “vale, te hago el favor aunque no me venga muy bien,…” (priorizando por los demás de manera generalizada) o “claro, no pasa nada” (cuando en realidad, sí que ocurre y no es suficiente con cerrar la interacción así). Son solo ejemplos de algunas de las respuestas más sobreaprendidas en nuestro aprendizaje de género, que responde y que se puede resumir en tener en estar y ser para el otro.

Generar un espacio (porque a menudo no viene por sí solo) para crear esa nueva “yo” que una quiere ser, para notar esas otras señales de nuestro propio sendero e incluso aprender a dibujarlas si no están para operar de manera diferente. Todo un reto y también un trabajo que es posible.

 

– Cristina en su canción lo transmite de alguna manera: encontrarse, hacerse caso a ella pero cerca de “él”, (un hombre, en este caso) -.

 

2. OPCIONES:  y esto es algo que siempre planteo: escoger entre una única opción no es elegir, ¿verdad?. Necesitamos encontrar o CREAR alternativas viables para poder encaminar un comportamiento nuevo en nuestra vida, y en este caso y a poder ser, que se acerque mucho más a todo eso que nos aporta, que habla de nosotras en realidad, que nos siente bien, que sea, por qué no, agradable, que sea posible nuestro cuidado, … Recalco crear porque quizá no son opciones que sintamos «a la vista», o bajo nuestro aprendizaje pueden no parecer opciones. A quién podemos amar, cómo podemos o no vivir nuestra vida, si necesitamos diseñar a medida nuestras relaciones y cómo es eso, lanzarnos a probar algo que nos encantaría pero que “no es para nosotras”, y un larguísimo etc.   

A veces las opciones pueden abrumar, el miedo a no tener garantías al escoger, a no saber qué ocurrirá,… pero se nos olvida que poder elegir es un privilegio que no debemos soltar si lo tenemos o si podemos aspirar a él. Es una de las circunstancias que más favorecen lo que podemos conocer como libertad. Para equivocarnos y cambiar tenemos, en realidad, toda la vida.

 

– Volviendo a Cristina. Para mí lo que transmite en relación a esto sería algo como… «necesitaba saber que puedo responder ante ti no solo como tú necesitas sino también como yo necesito, porque me lo permito yo y tú (aquí se enrolla un poquito) me lo facilitas”-.

 

3. CONTROL: un poquito de seguridad, por favor. Nada de lujos en realidad, más bien lo que necesitan de una manera primitiva todos los animales, también nosotras.

Es verdad que muchas veces el control no viene de fuera, cosa que también ayuda y mucho. Eso de saber que una “está a salvo”, “que nada malo va a ocurrir”,  “que no nos vamos a encontrar con ningún tipo de malestar o dificultad”… Esos contextos sin duda facilitadores para dejarse una ser y estar.

En contraposición, muchas veces esa seguridad nos la podemos y debemos proporcionar nosotras con nuestro hacer, dentro de los márgenes de nuestras posibilidades. Hablo de encontrar de qué manera necesitamos relacionarnos, ajustando el ritmo y los tiempos, el modo, la comunicación, el rumbo,… ajustar todos los parámetros para diseñar la interacción también a nuestra medida y no solo la del otro. Para no sentirnos constantemente arrastradas en torno a las relaciones y los demás sino ser nosotras las que nos dejamos transitar y ocupar el espacio como más necesitemos.

¿Teniendo en cuenta a los demás? Si es importante para nosotras: claro. Pero sin oprimirnos por ello.

 

–  También Cristina: «pero también en mis condiciones esta vez»-. 

 

Solo necesitamos una vuelta de tuerca de este asunto y dejar en nuestras manos, y no solo en las ajenas, las indicaciones para el cambio personal que necesitamos. Porque en realidad no somos tan complicadas ni tan distintas, solo necesitamos sentir y palpar lo que la mitad de la humanidad siente: libertad para ser.

 

Sara Villoria, (Psicología Riot).

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